sábado, 14 de novembro de 2009

Vinte Poemas de Amor e uma Canção desesperada

Poema 1

Corpo de mulher, brancas colinas, brancas coxas,
te parecem ao mundo em tua atitude de entrega.
O meu corpo de campônio selvagem te escava
e faz saltar o filho do fundo desta terra.
Fui só como um túnel. De mim foram-se os pássaros
e em mim a noite entrava com sua invasão poderosa.
Para sobrevier-me te forjei como uma arma,
como uma flecha em meu arco, como uma pedra em
minha funda.
Porém chega a hora da vingança, e te amo.
Corpo de pele e de musgo, de ávido leite e firme.
Ah os vasos do peito! Ah os olhos de ausência!
Ah as rosas do púbis! Ah tua voz lenta e triste!
Corpo de minha mulher, continuará em tua graça.
Minha sede, minha ânsia sem limites, meu caminho
indeciso!
escuras rugas de onde a sede eterna segue,
e segue a fatiga, e esta dor infinita.


Pablo Neruda

1 comentário:

  1. Peço perdão, mas não consigo conceber Neruda a não ser em castelhano, pelas mesmas razões que não conseguiria ler Eugénio de Andrade em alemão, nem Heinrich Heine em francês, desculpem-me o 'snobismo', mas
    'Traduttore, Traditore!' ...




    Então aqui fica:



    Agua sexual


    Rodando a goterones solos,
    a gotas como dientes,
    a espesos goterones de mermelada y sangre,
    rodando a goterones,
    cae el agua,
    como una espada en gotas,
    como un desgarrador río de vidrio,
    cae mordiendo,
    golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras del
    alma,
    rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.

    Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto,
    un líquido, un sudor, un aceite sin nombre,
    un movimiento agudo,
    haciéndose, espesándose,
    cae el agua,
    a goterones lentos,
    hacia su mar, hacia su seco océano,
    hacia su ola sin agua.

    Veo el verano extenso, y un estertor saliendo de un granero,
    bodegas, cigarras,
    poblaciones, estímulos,
    habitaciones, niñas
    durmiendo con las manos en el corazón,
    soñando con bandidos, con incendios,
    veo barcos,
    veo árboles de médula
    erizados como gatos rabiosos,
    veo sangre, puñales y medias de mujer,
    y pelos de hombre,
    veo camas, veo corredores donde grita una virgen,
    veo frazadas y órganos y hoteles.

    Veo los sueños sigilosos,
    admito los postreros días,
    y también los orígenes, y también los recuerdos,
    como un párpado atrozmente levantado a la fuerza
    estoy mirando.

    Y entonces hay este sonido:
    un ruido rojo de huesos,
    un pegarse de carne,
    y piernas amarillas como espigas juntándose.
    Yo escucho entre el disparo de los besos,
    escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos.

    Estoy mirando, oyendo,
    con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma
    en la tierra,
    y con las dos mitades del alma miro al mundo.

    y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente,
    veo caer un agua sorda,
    a goterones sordos.
    Es como un huracán de gelatina,
    como una catarata de espermas y medusas.
    Veo correr un arco iris turbio.
    Veo pasar sus aguas a través de los huesos.

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